Residencia u hogar mayoresResidencia u hogar: este es el dilema que se plantea cuando, por diversas razones, no es conveniente dejar sola a una persona anciana. Por problemas de salud de la persona anciana, por notorios problemas de equilibrio o de visión de esta, por su condición de persona dependiente o con pérdida de su autonomía personal, porque padece problemas físicos o psíquicos como artrosis o demencias… Las razones son numerosas, y todas confluyen en una solución que haya de proporcionar a nuestros mayores a alguien que les cuide y un entorno seguro donde pueda transcurrir su vida con todas sus necesidades atendidas.

Sin embargo, por problemas laborales, o por la conciliación de estos con la vida familiar y el cuidado de nuestros hijos, muchas veces nos resulta imposible hacernos cargo de las personas mayores de nuestras familias, que de este modo precisarán de profesionales del cuidado que les brinden la ayuda que necesitan. Así pues, surge la pregunta de dónde han de estar mejor atendidos: si en la residencia geriátrica, o en un su hogar, con un cuidadora a domicilio, externo o interno, dependiendo también de su grado de dependencia.

Pero claro, aquí surge otro problema sobreañadido. Y es que principalmente hay que tener en cuenta la opinión de las personas afectadas, que son los mayores. ¿Qué es lo que ellos prefieren para su día a día?

La soledad en las edades avanzadas es un grave problema, y las personas mayores se ven excesivamente afectadas por la inactividad laboral que sigue a la jubilación. Según noticia publicada en el diario La Vanguardia, un 90% reconocen que la televisión es su principal fuente de ocio.

Vivir en casa o en una residencia

Pero también las encuestas realizadas a los ancianos hablan por sí solas acerca del dilema residencia u hogar. La Encuesta sobre Personas Mayores 2010 señalaba que el 87’3% de los españoles que superan los 65 años de edad prefieren vivir en su hogar a ser trasladados a una residencia. Tampoco prefieren ser trasladados a las viviendas de sus familiares. Todo ello se debe a que, lógicamente, se inclinan más por un entorno que les es propio y particular, donde gozan de mucha mayor intimidad, y viven con una mayor independencia y autonomía.

Muchas veces las personas ancianas acuden a centros de día para mayores y otros centros a los que pueden asistir quienes dispongan de certificado de dependencia, que se expide tras haber llevado a cabo todos los trámites necesarios. Sin embargo, la solución más recomendable en este sentido es el cuidado a domicilio. Se establecen unos horarios de cuidados que permiten que las personas ancianas estén atendidas en sus necesidades cotidianas más esenciales, y las empresas de servicios y los propios cuidadores pueden adaptarse a las necesidades específicas de cada anciano.

Además, otro problema que las personas mayores suelen ver en las residencias, y por las que no son sus lugares favoritos de destino, es que estas son lugares donde la asistencias no puede ser algo personalizado. No necesariamente ha de tratarse, ni mucho menos, de los lugares gélidos, tétricos y deprimentes que tantas veces pretende el tópico desinformado, pero sí son instituciones que a menudo funcionan con unas reglas y una dinámica ajenas a las de la propias costumbres del anciano, tan importantes en las edades avanzadas.

Por otra parte, las empresas de servicios a domicilio seleccionan escrupulosamente a profesionales con trayectoria, experiencia, y una vocación que consiste también en la capacidad de empatizar con la persona a la que se está cuidando.

Ante la dicotomía residencia u hogar, debemos tener muy presente la opinión de nuestros mayores, pues es de su futuro de lo que estamos hablando.